Fuente: ACI-LAC

ACI – América Latina y el Caribe (ACI-LAC) celebra hoy la Reunión del Consejo Directivo y la Asamblea Anual 2020 en la ciudad de Punta Cana, República Dominicana, con el auspicio del Aeropuerto Internacional de Punta Cana. La industria del transporte aéreo se enfrenta a una nueva realidad y ACI-LAC propone un posicionamiento claro y constructivo para estimular el crecimiento del tráfico aéreo; conseguir el balance económico; permitir la eficiencia operacional; mejorar la experiencia al pasajero y contribuir al restablecimiento de la actividad del transporte aéreo

“Con este encuentro presencial queremos facilitar el intercambio de experiencias y prepararnos para el año 2021. De igual forma, queremos enviar un mensaje claro de apoyo al transporte aéreo y a la industria del turismo” dice el Dr. Rafael Echevarne, Director General de ACI-LAC.

El Caribe se enfrenta cada año a fenómenos atmosférico extremos pero ninguno de estos tuvo un impacto tan considerable como la pandemia de coronavirus. El Aeropuerto de Punta Cana es vital para el tráfico turístico internacional y ha invertido en tecnología para mejorar la experiencia de los pasajeros y reforzar una recuperación segura y rápida. El mes pasado, PUJ instaló los quioscos automatizados de migración de SITA para los pasajeros internacionales de llegada, incorporando tecnología «sin contacto».

Este sistema permite un procesamiento de pasajeros más rápido y seguro al ofrecer “distanciamiento físico y un menor contacto entre los pasajeros y los agentes de inmigración”, complementando las medidas de bioseguridad implementadas por el aeropuerto, dijo el Sr. Frank Elías Rainieri, CEO del Aeropuerto Internacional de Punta Cana.

El aeropuerto ha incorporado la tecnología sin contacto para el proceso de inmigración desde la aplicación de control fronterizo automatizado de SITA (ABC) en Enero 2018. El sistema SITA iBorders BorderAutomation ABCGates utiliza tecnología biométrica de última generación para verificar a cada pasajero a través del reconocimiento facial que coincide con los datos del pasaporte del pasajero. Esto se traduce en menos cuellos de botella para los viajeros, mayor satisfacción con los servicios del aeropuerto y la eliminación de puntos de contacto físicos, mitigando así los riesgos de contraer el virus COVID-19.