Por Exequiel Sanhueza Yáñez*
¿Alguna vez se han preguntado cuál es la relación entre la aviación actual y la basura espacial? Aunque para muchas personas estos temas pueden parecer lejanos, en realidad están más conectados de lo que imaginamos. La basura o chatarra espacial, está compuesta por objetos artificiales que orbitan la Tierra y que han dejado de tener utilidad, representan hoy un desafío creciente. En este artículo exploraré cómo ambos conceptos se entrelazan y por qué su relación es cada vez más relevante para la seguridad de quienes habitan el planeta y para las operaciones aéreas.
El simbolismo del cielo y la amenaza desde el espacio
Desde la antigüedad, el cielo ha sido visto como un espacio de poder y misterio. En la mitología griega, Zeus, el rey de los dioses, utilizaba el rayo como su arma principal, un símbolo de fuerza, justicia y castigo divino, que descendía del cielo. Así, las antiguas civilizaciones han asociado el firmamento con fuerzas capaces de impactar la vida en la Tierra.
El peligro contemporáneo: la basura espacial
Hoy en día, la amenaza ya no es mítica, sino tangible. La basura espacial representa un peligro constante, especialmente para la aviación. Esta chatarra se compone de satélites y fragmentos de cohetes, piezas desprendidas de naves espaciales, tornillos, herramientas, pintura y restos de explosiones o colisiones entre satélites, que pueden viajar a velocidades superiores a los 25,000 km/h. Con más de 14,000 toneladas de basura orbitando la Tierra y más de 100,000 aeronaves comerciales en vuelo diariamente, el riesgo de impacto se vuelve significativo y nos obliga a reflexionar sobre las posibles consecuencias y la necesidad de acciones coordinadas en el corto plazo.
Postura y acciones internacionales
La OACI (Organización de Aviación Civil Internacional), reconoce plenamente el riesgo que la basura espacial implica para la aviación. Por ello, promueve un enfoque intersectorial que abarca la regulación normativa de las actividades espaciales, el análisis del nivel de riesgo aceptable y la adopción de prácticas responsables y sostenibles para mitigar el problema.
La NASA (Estados Unidos), reconoce los riesgos reales durante los reingresos no controlados y, junto con la FAA (en inglés Federal Aviation Administration), ha establecido zonas de exclusión aérea temporal cuando grandes objetos reingresan a la atmósfera. Aunque consideran que el riesgo para aviones comerciales es muy bajo, admiten que no es nulo, sobre todo en rutas transoceánicas o sobre zonas remotas.
A su vez, la ESA (Agencia Espacial Europea), afirma que el riesgo para las aeronaves, aunque bajo, no es despreciable. Por ello, cuenta con sistemas llamados REentry Prediction y EDeorbit para seguir objetos que podrían reingresar de manera peligrosa. Además, colabora con la OACI para compartir datos en tiempo real con centros de control aéreo, sobre las trayectorias de la basura espacial.
La CNSA (China), ha sido criticada por lanzamientos como los del cohete Long March 5B, cuyos reingresos son incontrolados y muchas veces no se publican las trayectorias con suficiente anticipación, lo cual incrementa la incertidumbre para las autoridades civiles de aviación.
La japonesa JAXA, trabaja en tecnologías para desorbitar satélites de manera segura, utilizando velas de frenado y sistemas de arrastre, con el objetivo de evitar riesgos durante la re-entrada. También, colabora en programas internacionales para mejorar la notificación temprana de reingresos peligrosos.
Por último, Roscosmos (Rusia), ha tomado pocas medidas de control sobre la fragmentación o reentradas de basura espacial. Sin embargo, trabaja con el Comité Interinstitucional de Coordinación de Basura Espacial (sigla IADC) para mejorar la notificación de eventos peligrosos.
Riesgos actuales y perspectivas
El problema de la basura espacial sigue siendo un peligro para las aeronaves, ya que los fragmentos que sobreviven al reingreso atraviesan espacios aéreos sin previo aviso. La falta de coordinación internacional suficiente para evitar rutas de vuelo activas incrementa el riesgo, especialmente porque tanto la cantidad de basura espacial como el número de aeronaves en vuelo va en aumento.
Según la ESA, ingresan a la atmósfera unos 80.000 kilos de basura espacial por año; esto equivale a un promedio de unos 220 kg diarios. Asímismo, esta Agencia informa que al menos tres objetos grandes e intactos, como partes de cohetes o satélites fuera de uso, reingresan cada día a la atmósfera terrestre.
Caso reciente: Starlink y el manejo responsable de satélites
Una noticia reciente destaca que Starlink iniciará un programa para desorbitar satélites de primera generación que han llegado al final de su vida útil, permitiendo así el reemplazo por modelos más nuevos. Actualmente, la flota de Starlink consta de unos 8,000 satélites. La empresa ha asegurado que estos satélites reingresarán de manera controlada y segura, evitando que se conviertan en escombros orbitales.
Sin perjuicio de lo anterior, las amenazas continuarán toda vez que se ha tenido conocimiento que múltiples empresas están compitiendo por desplegar mega constelaciones, por lo que las proyecciones sugieren que más de 60.000 satélites podrían estar en órbita hacia 2040.