Por José Ricardo Botelho, Director Ejecutivo y CEO de ALTA.

Llevamos mes y medio del tan esperando 2021. Un año de mucha esperanza con el inicio de la distribución global de las vacunas contra COVID-19 y perspectivas de recuperar de a poco las actividades presenciales tras un 2020 con pérdidas humanas, pérdidas económicas y una industria aérea fuertemente impactada.

 

De acuerdo con datos de la OACI, en 2020 hubo una reducción general en la oferta de asientos por las aerolíneas en todo el mundo del 50% en comparación con 2019 y una reducción del 60% en el número de pasajeros transportados con 2690 millones de pasajeros menos que en 2019.

 

En nuestra región calculamos una reducción en el tráfico de 59.2% vs. 2019 con un total de 177.3 millones de pasajeros transportados en el año, en buena medida en mercados domésticos y en aquellos que no detuvieron su operación durante el año, representando estos el 60.3% del tráfico total.

 

Por su parte, la OMT calcula disminuciones en los ingresos por turismo internacional de entre USD 910 mil millones y 1.170 mil millones de dólares en 2020, debido a restricciones de viajes en el 100% de los destinos globalmente.

 

Nuestra industria alcanzó su momento más difícil. Por ello, dentro de lo sumamente retador que fue para todos, me enorgullece ser parte de este sector que demostró resiliencia, creatividad y responsabilidad. Veo hacia atrás y constato los extraordinarios esfuerzos realizados por los profesionales quienes forman parte de nuestra industria y quienes desempeñaron un rol fundamental en continuar garantizando un servicio esencial para la población con excelencia y de manera segura.

 

La industria de la aviación siempre ha tenido como prioridad número uno la seguridad y ahora lo es también la bioseguridad. Las tecnologías y protocolos de nuestra operación hacen que volar sea la forma más segura de transportarse. Distintos estudios han demostrado que el aire en cabina se filtra con más frecuencia que el aire de un hospital, que es virtualmente inexistente la posibilidad de contagiarse en una aeronave cuando se siguen los protocolos de bioseguridad y que toda la cadena de valor se ha alineado para hacer la experiencia viaje aún más segura.

 

La recuperación tomará tiempo y mucho esfuerzo, pero estoy convencido de que este año conseguiremos retomar la confianza y tantos espacios que hemos perdido por la pandemia. Para lograrlo, será fundamental mantener protocolos de bioseguridad estandarizados globalmente, sopesar los riesgos de manera balanceada y accionar con mecanismos eficaces para controlar los contagios mientras avanzan las campañas de vacunación, sin perjudicar aun más la debilitada economía.

 

Estimaciones de la OACI indican que para junio de 2021 podríamos alcanzar entre un 30% y 50% de reducción en tráfico de pasajeros global comparado con los niveles de 2019. Esto es un indicador positivo frente a la reducción de 60% que alcanzamos en 2020. No será rápido, pero avanzamos y lo haremos juntos.

 

El Fondo Monetario Internacional proyecta que la economía mundial crecerá 5.5% en 2021, un alza de 0.3 puntos porcentuales con respecto a pronósticos anteriores gracias a la llegada de las vacunas y al respaldo adicional de las políticas en algunas grandes economías. En nuestra región la proyección estima un 4.1% de crecimiento. La reactivación es una realidad y tendrá un efecto positivo en el bienestar socioeconómico de la población.

 

No será un borrón y cuenta nueva, pero conocemos las condiciones en las que se encuentra el sector y lograremos hacer la diferencia con las decisiones que tomemos -industria-gobierno- para reactivar este sector que genera millones de empleos y bienestar en todo el mundo.

 

Agradezco su lectura.