Por Jeff Peet, Editor en Jefe, ALA News

  • Las inéditas sanciones impuestas por la Canadá, Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Europea, han sido un inmenso golpe para la línea aérea que nunca se deshizo del todo del logo con la hoz y el martillo: más de la mitad de su flota se mantiene en tierra sin poder volar
  • En una acción casi inédita en la industria, Aeroflot tuvo que agregar una extensa sección de Cancelación y Re-programación de vuelos permanente a su web para enfrentar la difícil tarea de repatriar pasajeros
  • De no mediar una generosa entrega de recursos financieros por parte del gobierno de Vladimir Putin, es difícil que la compañía pueda hacer frente a la crisis que ha traído consigo la jibarización de su red de destinos
  • A la «suspensión» de las rutas al Caribe debido al cierre del indispensable espacio aéreo canadiense, habría que agregar que el anuncio de vuelos regulares de Aeroflot a Sudamérica en 2022, es una iniciativa prácticamente imposible de acometer

A razón de la cancelación masiva de vuelos y al término de rutas que han afectado a la histórica línea aérea de bandera de Rusia, la compañía se vio en la obligación de añadir una página digital paralela a su web, en la que da cuenta de la inexistencia de su servicio a los que hasta hace un mes, eran los destinos más lucrativos y populares de su red.

A propósito de eso, el esfuerzo hoy está puesto en proveer de alternativas de regreso, a través de otras aerolíneas, a cientos de pasajeros que viajaron antes de que se iniciara la ilegal “operación militar” rusa en Ucrania y que hoy están literalmente “varados” en innumerables destinos a los que Aeroflot ya no puede llegar.

Los motivos que tienen en tierra a gran parte de la flota de la línea aérea que nunca se deshizo del todo del logo con la hoz y el martillo, vinieron de la mano de las inéditas sanciones impuestas por la Unión Europea, el Reino Unido Canadá y Estados Unidos. En efecto, las capitales y principales ciudades del viejo continente, constituían la principal fuente de ingreso en lo que se refiere al movimiento de pasajeros de mediano alcance.

No obstante, fue a medio andar de que la totalidad de los Estados miembros de la Unión Europea cerrara su espacio aéreo a operadores públicos y privados de nacionalidad rusa y a aeronaves con matrículas de ese mismo origen, que llegó un verdadero mazazo a la operatividad de la compañía: el Reino Unido y, más significativamente, Canadá adoptaron la misma medida y, como consecuencia, Aeroflot sencillamente no pudo cubrir más sus destinos más provechosos de largo alcance: las grandes metrópolis de Estados Unidos, país que también le cerraría sus cielos. Como si eso fuera poco, la prohibición de vuelos a través del espacio aéreo canadiense impuesto por el gobierno del Primer Ministro Justin Trudeau, cercenó también las rutas de Aeroflot hacia y desde el Caribe, una región muy popular entre la población rusa que busca lugares más soleados para hacerle el quite a las gélidas temperaturas que, durante casi la mitad del año, afectan a su extenso territorio. Cuba, México y República Dominicana, ya no cuentan con vuelos regulares ni de ida ni de regreso a Moscú.

El panorama para Aeroflot es tan gris que el Presidente de la Federación Rusa hizo un alto en sus afanes bélicos en Ucrania para visitar un centro de entrenamiento de pilotos y tripulaciones de la aerolínea en Moscú y así poder manifestar su apoyo a los empleados de la empresa, el  5 de de marzo pasado. Y es que de no mediar una contundente entrega de recursos financieros de parte de su gobierno, la compañía podría no ser capaz de hacerle frente a la crisis que ha traído consigo la jibarización de su red de destinos. Simplemente, las implacables sanciones convertirían a Aeroflot en una organización inviable, desde el punto de vista financiero y operacional.

El gran desafío que se avecina: operaciones y mantenimiento

Si bien ser una línea aérea cuya mayoría de aviones hoy es un elemento de decoración en una pléyade de aeropuertos rusos ya es un problema gigante, peor aún es que, desde un punto de vista operacional y también como resultado de las sanciones impuestas, no sea posible disponer del debido mantenimiento o de los repuestos para 179 aeronaves que son de fabricación europea (Airbus) y estadounidense (Boeing), de una flota total de 187. Lo anterior podría significar que antes de que Aeroflot pueda acomodarse a su nueva y reducida realidad en caso de que la guerra se prolongue, tendría que hacer frente a una gran encrucijada operacional para poder utilizar el activo más visible de cualquier aerolínea: sus aviones.

El panorama en cuanto a los acuerdos de code share que Aeroflot mantenía con otras aerolíneas tampoco es alentador. Delta Air Lines lo suspendió a horas de que el ejército ruso invadiera Ucrania y algo similar hizo la canadiense WestJet, a los pocos días de la fatídica “operación militar” en el este de Europa. Falta ver ahora, que ocurrirá con la membresía en la alianza Skyteam, porque el ostracismo del que está siendo objeto la compañía ya alcanzó a Sabre, una de las corporaciones tecnológicas líderes y cuya plataforma de negocios permite, por ejemplo, el acceso de las agencias de viajes a los servicios que prestan y a los productos que ofrecen las líneas aéreas.

En Aeroflot saben la gravedad del daño reputacional que enfrenta la empresa. Si hasta el popular equipo de fútbol inglés Manchester United, tras nueve años de fructífera relación comercial, caducó de manera unilateral el auspicio que les otorgaba la compañía y cuya renegociación correspondía hacerla en el segundo semestre de 2023. Sin embargo, hasta aquí no han emitido mayores comentarios sobre eso ni prácticamente de ningún otro tema, aparte de “posteos” en su web sobre cómo están enfrentando el dilema de repatriar a ciudadanos rusos y extranjeros desde y hacia donde ya no pueden volar, respectivamente.

En lo comercial, el énfasis da la impresión que está dedicado a promover destinos irrelevantes como Minsk, otros en las ex repúblicas soviéticas de Asia-Central y China. Es decir, por ahora el lema de esta organización que nació en parte como herramienta de propaganda de la extinta Unión Soviética en 1923, un año antes de la muerte de Lenin, parece ser que “la lluvia cae pero no moja”.