Por Exequiel Sanhueza Yáñez

Desde la revolución agrícola hace ya doce mil años y luego a partir de las primeras revoluciones industriales, todas las sociedades han requerido de energía para poder vivir y para obtenerla desde los inicios, usamos nuestros músculos, pero luego descubrimos el fuego. Más tarde aprendimos a utilizar el carbón y el petróleo para impulsar el desarrollo industrial y luego vino la utilización de la energía eléctrica y nuclear, agotando irremediablemente los recursos no renovables de nuestro planeta.

La huella que ha dejado el ser humano en el planeta, ha sido profunda y ha tapizado nuestro cielo con nocivos gases de efecto invernadero (GEI) y hoy observamos que la madre naturaleza está respondiendo con fiereza, enviándonos olas inusuales de calor, deshielos, inundaciones , sequias extremas y turbulencias en la atmosfera nunca experimentadas antes, además de más huracanes más severos. Todo esto ha ocasionado que las áreas secas se vuelvan más secas y las áreas húmedas se vuelvan más húmedas, valga la redundancia. El incremento de humedad en la atmósfera del planeta que se está calentando también, puede conducir a nevadas más intensas durante el invierno. Esta huella del homo sapiens, ha significado un enorme daño a nuestra biosfera, tanto así que, en la actualidad, se liberan anualmente a la atmosfera cerca de 35 mil millones de toneladas de dióxido de carbono.

Así transcurrió el tiempo hasta que en el año 1892 cuando los hermanos Wilbur y Orville Wright, desarrollaron una precaria aeronave que voló por primera vez un jueves 17 de diciembre de 1903 en las llanuras de Kill Devil cerca de Kitty Hawk en Carolina del Norte, dando origen al inicio de la aviación. Seguramente, nunca se imaginaron los hermanos Wright, lo trascendente de su acción y tampoco cuán rápido evolucionaría la aviación que, desde ese momento llegó a convertirse en el tiempo en uno de los factores del enorme crecimiento económico y social, a nivel mundial. Tampoco imaginaron los hermanos Wright, que el pequeño motor de su avión de tan solo 12 caballos de fuerza, alimentado por combustible obtenido de recursos no renovables sería un gran dolor de cabeza para la humanidad. Lo anterior, porque el combustible quemado por los motores de las modernas aeronaves alimentadas por kerosene, obtenido también de recursos no renovables sería la causal de un 4,5% del total de los gases de efecto invernadero(GEI). Esto es producto de la combustión del combustible de aviación, la que libera a la atmosfera toneladas de dióxido nítrico, óxido de nitrógeno, monóxido de carbono, dióxido de carbono, y otras partículas que ayudan a incrementar el efecto invernadero y, como consecuencia de ello, se produce el calentamiento global  y el preocupante cambio climático.

No hay lugar a dudas de que la industria aeronáutica, es el área que más recursos ha destinado a la investigación y desarrollo de medios que ayuden a la descarbonización, logrando resultados concretos al encontrar nuevos y más livianos materiales , diseño de motores eléctricos, de motores a hidrógeno, aeronaves más aerodinámicas y nuevos combustibles, todo para contribuir a la descarbonización de la atmosfera entendiéndose este proceso, como la  eliminación del consumo de combustibles fósiles que tienen carbono en su estructura molecula,r con el fin de reducir sus emisiones y cumplir así  con el Acuerdo de París firmado por 193 países y que entró en vigor el 4 de noviembre de 2016.

Es necesario recordar que el objetivo del referido Acuerdo es reducir sustancialmente las emisiones de gases de efecto invernadero para limitar el aumento de la temperatura global en este siglo a 2 °C y esforzarse para limitar este aumento incluso a tan solo 1,5 °C.

Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos concretos que la industria ha estado desarrollando y que palpamos día a día quienes trabajamos en este sector, un informe de Greenpeace CEE concluyo que «las aerolíneas europeas no toman medidas suficientes para combatir su impacto en el cambio climático. ¿Por qué? Porque se basan en soluciones falsas o ineficaces para crear el mito de que la aviación es ecológica, a pesar de que el avión es, de largo, el medio de transporte que más contamina por pasajero kilómetro«.

Greenpeace propone disminuir la cantidad de aeronaves en el aire, pero ello significa que la aviación dejaría de cumplir su principal rol, cual es el de ser el motor de desarrollo económico y social. Tal vez, el comentario Greenpeace sea una verdad a medias, porque ya hay operadores aéreos europeos que están volando con combustible sostenible y esa misma industria aeronáutica, está construyendo aeronaves con nuevos materiales y fabricando motores de alto empuje y bajo consumo de combustible, para propender a una aviación más sostenible. Negar esta realidad sería como tapar el sol con un dedo. Es cierto que queda mucho por implementar, pero la industria está destinando una enorme cantidad de recursos y está trabajando arduamente en ello.

Larga sería la lista de acciones que la industria aeronáutica está desarrollando en beneficio de la descarbonización y como uno de los antecedentes concretos cito lo siguiente: «Pratt & Whitney Canada (P&WC), unidad de negocios de Pratt & Whitney, una división de Raytheon Technologies, presentó un plan para desarrollar e integrar aún más su tecnología de propulsión eléctrica híbrida, en un programa de demostración de vuelo, con una inversión de 163 millones de dólares que involucra a los gobiernos de Canadá y EEUU».

Del mismo modo, recientemente Qantas y Airbus, acordaron invertir hasta 200 millones de dólares para acelerar el establecimiento de una industria de combustible de aviación sostenible (SAF) en Australia. Asímismo y debido a la falta de una industria local de SAF a escala comercial, Australia está exportando actualmente millones de toneladas de materia prima cada año, como canola y sebo animal para convertirse en SAF en otros países. Este es otro gran ejemplo que otros estados del mundo deberían imitar.

Respecto a este tema, también tenemos buenas noticias. Recientemente la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) anunció que las aerolíneas de la región de las Américas «estarán operando vuelos con combustibles de aviación sostenibles (SAF) para demostrar su compromiso de lograr emisiones netas de carbono cero para 2050».

Otro gran compromiso con la descarbonización y que no es menor, provino precisamente de la COP26- Cumbre Climática en Glasgow 2021, donde se manifestó «la urgencia y las oportunidades de avanzar hacia una economía neutra en carbono y se apeló a la transparencia y rigor de los planes de acción climática, tanto de los gobiernos como de las empresas».

Del mismo modo la Administración Federal de Aviación (FAA) de EEUU publicó a mediados de junio de 2022, una norma destinada a reducir los gases de efecto invernadero(GEI) lanzados al espacio por la mayoría de grandes aeronaves que vuelan en el espacio aéreo de ese país. «La norma exige una mayor eficiencia de combustible para los nuevos aviones a reacción subsónicos y grandes aviones turbohélice y de hélice, que aún no están certificados y para los nuevos aviones fabricados después del 1 de enero de 2028«. Esto es una gran e importante regulación orientada a la descarbonización.

Ahora bien, qué es el Combustible Sustentable o Sustainable Aviation Fuel (SAF)

El combustible sustentable, es solo una de las alternativas que se están utilizando hoy en día para lograr la tan ansiada descarbonización de la atmosfera y es solo uno de los recursos energéticos renovables que están usando algunos operadores aéreos y esperamos que muchos más se sumen a esta loable cruzada, en la búsqueda de la anhelada descarbonización.

Para lograr lo anterior se requiere un decidido apoyo gubernamental que, consciente del calentamiento global, promueva la masificación de la producción de combustible sostenible para satisfacer una demanda creciente y necesaria, que se estima para el año 2050 en una cifra cercana a los 400 millones de toneladas de combustible sostenible. ¡Un verdadero desafío!

La investigación y desarrollo de los combustibles sostenibles es de reciente necesidad y en sus inicios los primeros biocombustibles se produjeron a partir de cultivos, como el maíz y la soya, pero actualmente ya no compiten con las fuentes de alimentos, sino que producen energía a partir de plantas no comestibles como el césped o las algas y otros utilizan los desechos de alimentos, como el aceite de cocina.

Hoy en día los combustibles sostenibles (SAF) generan hasta un 80% menos de emisiones de carbono que el combustible A-1, y se distribuyen en 47 aeropuertos del mundo. Ccon ello, se registra una cifra de más de 360 mil vuelos comerciales a partir de este insumo. Esperamos que esta cantidad de vuelos siga incrementándose.

En un informe reciente, la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) señalo que «se cuenta a la fecha, con nueve procesos de conversión certificados para producir combustibles de aviación sostenibles a partir de una variedad de materias primas, incluidos desechos y residuos. Actualmente las aerolíneas pueden elegir el tipo de combustible sostenible que les convenga, incluyendo combustibles con bajas emisiones de carbono».

La OACI agrega que «en América Latina se preparan tres fábricas de SAF, dos en Brasil y una en Paraguay; esta última se prevé que inicie operaciones este año. Entre los insumos se encuentran el aceite de palma, palmera macauba y lípidos como sebo y semillas oleaginosas«. Se señala además que «hay un total de 21 productoras de SAF activas en el mundo, la mayoría de las cuales se ubican en Estados Unidos y en el continente europeo. La empresa con mayor producción de SAF es Fulcrum con 6 mil 719 millones de litros, le sigue Gevo con 5 mil 943 millones y Alder Fuels con 5 mil 678 millones de litros.»

Entonces es justo y necesario reconocer los esfuerzos que está desarrollando la OACI, cuando dice que «está alentando activamente a más países y socios a participar en el señalado producción de SAF, ya que esto creará un efecto dominó positivo a nivel mundial y ayudará a desbloquear el potencial de materias primas para los mercados SAF, en las próximas décadas».

A modo de resumen se puede concluir que existe un  interés concreto en descarbonizar la atmosfera con energías renovables para poder cumplir con el Acuerdo de París promovido y apoyado por la OACI, por la IATA, por los Operadores Aéreos, por ALTA, por algunas ONG, por los fabricantes de aviones y de motores, por algunos Estados y por los departamentos de operaciones de vuelo de cada aerolínea y sus pilotos, que desde la década del ochenta se han concentrado en desarrollar rutas más cortas y con perfiles de vuelos orientados a la descarbonización

¿Qué es lo que falta entonces para lograr que los objetivos señalados por la OACI se concreten en el tiempo más corto posible?

Para lograr los objetivos de la OACI creo que hoy es más necesario que nunca, que todos los gobiernos sin excepción promuevan, apoyen y regulen el desarrollo de la industria del Combustible Sustentable para Aviación (SAF) y se tome conciencia que estamos muy cerca del punto de inflexión del cambio climático, por lo que debemos ser conscientes de que, si sobrepasamos este punto de no retorno, estaremos en una situación lamentable, inevitable e irreversible para todo el ecosistema planetario, por lo que es necesario tener hoy día absoluta claridad que será imposible volver a nuestro estado original.

¡Por último y a modo de reflexión, tenemos que señalar lamentablemente que las medidas que recién se están tomando hoy, debieron haberse tomado en la década de los 50, cuando los científicos predijeron el aumento de la temperatura en varios grados producto de la quema de combustibles fósiles!

* Exequiel Sanhueza Yáñez, es un Piloto de Transporte de Línea Aérea retirado y actualmente se desempeña como Profesor del Instituto de Capacitación Aeronáutica (ICA), Córdoba, Argentina.