Fuente: Iberia
Iberia despide 2020 como el año en que lo normal se ha vuelto extraordinario y viceversa, y su capacidad de adaptación -como la de otras muchas empresas- se ha puesto a prueba como nunca antes.
La aerolínea empezó 2020 con un gran impulso: resultados históricos en 2019, nuevos uniformes, la apertura de las rutas con Washington, El Cairo y Lubliana, vuelos diarios a Tokio y Puerto Rico, la incorporación de nuevos aviones A350 y A320neo y la renovación del servicio a bordo, entre otros proyectos, pero el COVID obligó a reinventarse de un día para otro.
Ante la situación excepcional creada por la pandemia y las restricciones al tráfico de pasajeros adoptadas por la mayoría de los países, desde el principio Iberia puso en marcha distintas medidas en el ámbito laboral, operativo y de protección de la salud para asegurar su sostenibilidad y, además, contribuir en todo lo posible en la lucha contra el COVID.
Ahorro de costes
Desde el primer momento, la compañía implantó medidas de ahorro y contención de costes, como la congelación de todas las contrataciones externas y servicios de consultoría, la cancelación de gastos discrecionales, el aplazamiento de formación corporativa y la supresión de todos los gastos no esenciales, entre otras.
También se acogió a los ERTE de fuerza mayor aprobados por el gobierno en todas las áreas de negocio relacionadas directamente con la operación y en la misma proporción en que ha visto reducida su capacidad cada mes.
Hasta el mes de noviembre incluido, Iberia ha estado abonando un complemento a todos los empleados afectados por el ERTE, que ha sido inversamente proporcional al salario del trabajador, de tal forma que quienes tienen los salarios más altos han hecho un sacrificio mayor, y viceversa. En paralelo, durante todos estos meses, la actividad se ha repartido proporcionalmente dentro de cada colectivo. Al personal de fuera de convenio, no afectado por el ERTE, ha asumido una reducción salarial.
Reducción de capacidad
De forma similar al resto de aerolíneas del mundo, Iberia tuvo que cancelar más del 95 por ciento de su operación en abril, mayo y parte de junio, con lo que ello supuso en el programa de vuelos, en la gestión de las tripulaciones y, lo más crítico, en la atención a clientes con millones de cambios, bonos y reembolsos.
Desde el principio la compañía adaptó su programa de vuelos a una operación reducida, destinada a garantizar una mínima conectividad de España en el corto, medio y largo radio. Y al mismo tiempo contribuir con vuelos de carga y repatriación a solventar algunos de los problemas que afrontaba nuestro país.
La compañía está recuperando gradualmente su programa de vuelos: en verano operó apenas una cuarta parte da la capacidad prevista antes del Covid19, y en diciembre ha incrementado su oferta hasta un 40 por ciento respecto a 2019.
Vuelos de repatriación y carga sanitaria
Entre abril y junio y en coordinación con el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, Iberia realizó más de 50 vuelos de repatriación a más de 20 destinos internacionales -algunos de ellos inéditos para la compañía- que han permitido a miles de personas varadas por todo el mundo regresar a sus lugares de origen.